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Incluso en un lugar tan lleno de religiosidad como El Cairo, Satanás no descansa, y para derrotarlo, el sacerdote copto, el padre Makary Yunan se ha convertido en un especialista en exorcismos cuyos poderes admiran tanto cristianos como musulmanes.
El clérigo dirige las sesiones antisatánicas los viernes por la noche en la antigua Catedral Cristiana Copta de El Cairo, tras un sermón escuchado por miles de fieles y también algunos musulmanes que confían en el talante exorcista del Padre.
El ritual se celebra en un ambiente donde se mezclan la emoción, el júbilo, el temor y la tensa expectación, y alentado con himnos entonados con fervor por un coro de mujeres y la gente que rebosa el templo.
Los exorcismos son filmados por camarógrafos y emitidos en una gran pantalla emplazada en el centro del altar para que todos los asistentes puedan ver con detalle las sesiones.
Una vez que Yunan termina de responder peticiones y preguntas de los fieles sobre asuntos religiosos, sociales y cotidianos, pronuncia un breve sermón dedicado a destacar la necesidad de creer y alabar a Cristo.
Luego, armado con una jarra llena de agua bendita y una pequeña cruz de plata en su mano derecha, el clérigo, que como todos los frailes coptos viste sotana negra y luengas barbas, se lanza contra Lucifer y sus huestes, los malos espíritus, para expulsarlos de los cuerpos de las personas "que han dejado de creer en Cristo".
En la última sesión, la primera persona a la que el clérigo sometió a exorcismo fue a un policía cristiano que yacía desmayado en el suelo en medio de decenas de hombres que miraban con asombro.
"En el nombre del Señor Jesucristo te ordenó que salgas: ¡Sal, sal, saaaaaal!", gritó con fuerza el sacerdote mientras rociaba agua bendita sobre el cuerpo del uniformado, que luego asistido por un compañero se levantó ya liberado de Satán, en medio de los aplausos y júbilo de los fieles.
Posteriormente se dirigió adonde esperaban las mujeres, entre ellas varias musulmanas que emitían estremecedores y espeluznantes alaridos al sentir la presencia del enemigo del Diablo.
Las poseídas se retorcían en los asientos o en el suelo, y sus rostros adquirían aterradores rasgos cada vez que les salpicaba el agua bendita.
En algunos casos, el exorcista se vio obligado a rociar el agua bendita con su propia boca al ver que el demonio se resistía a abandonar los cuerpos de las mujeres, que una vez liberadas del maleficio se ponían de pie como si recobrasen el conocimiento.
"Gracias a Dios me siento otra. Hace ocho años que sufría de un extraño caso: padecía parálisis y convulsiones y consulté a muchos médicos sin encontrar remedio a mi caso. Entonces descubrí que estaba poseída por el Maligno", dijo con lágrimas en los ojos Randa, una de las mujeres musulmanas que se sometieron al exorcismo.
Por su parte, el sacerdote aseguró que "la falta de fe en Jesucristo y la comisión de pecados son las principales razones que hacen que Satán se apodere de una persona".
El padre Yunan afirmó que cuando rescata a la gente del demonio cumple con lo que Cristo dijo: "Venid a mí todos los afligidos y cansados, que yo os haré descansar".
Entre uno de los exorcismos más difíciles que le ha tocado en los últimos meses figura el caso de un hombre poseído por un espíritu maligno que gritaba: "He recibido órdenes de mis superiores, de Mefistófeles, de no abandonar este cuerpo".
"Después de una hora y cuarto de lucha logré rescatar a ese hombre de las garras de Satanás", recordó Yunan con evidente satisfacción.
Por último, advirtió de que "toda persona que se deja poseer por el demonio corre el riesgo de convertirse en su esclavo, y que lo use para perpetrar cualquier acción demoniaca".
Yunan, titulado en Ciencias de la Teología y Pedagogía, cuenta con una página web que muestra sus sermones, vídeos, himnos y libros escritos por él en su larga carrera de 32 años como exorcista cairota.
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